Daniela Cápona
 

El género en la construcción de las Ofelias. Desde la tipifiación sexual absoluta hasta la destrucción del género

El artículo corresponde a una sección del quinto capítulo (Conclusiones) de una tesis para optar al grado académico de Magíster en Artes con mención en Dirección Teatral en la Universidad de Chile.  La tesis fue defendida en Mayo de 2005. El título de la tesis es "Ofelia o el mal Imaginario".
Consiste en un análisis del personaje de Ofelia en tres obras dramáticas: "Hamlet" de William Shakespeare, "Ofelia o la madre muerta" de Marco Antonio De la Parra y "Die Hamletmaschine" De Heiner Muller. El análisis es realizado desde la teoría de género, como punto de partida, para concluir aplicando la teoría queer en el análisis de "Die Haletmaschine". La elección y el interés por el personaje de Ofelia dice relación con que la configuración de este personaje en su contexto original ("Hamlet" de Shakespeare) obedece a características arquetípicas del género femenino. De tal modo el estudio de la evolución de Ofelia a lo largo de sus reescrituras y a lo largo de la historia se emparenta con el estudio de la evolución del arquetipo femenino construido por la mirada masculina en la historia de occidente desde el siglo XVI hasta nuestros días.

De este modo se observa una evidente mutación en la construcción del personaje de Ofelia en cuanto a género se refiere, ya que desde una constitución fuertemente arraigada en la construcción cultural de la diferencia sexual se llega a un personaje independiente de los rasgos asociados al constructo género. Esto resulta evidente en una primera mirada ocurriendo en esta mutación del personaje algo que sugiere la obsolescencia o al menos la crisis de un concepto que ha operado durante siglos como categoría definitoria de las identidades en la cultura occidental. La crisis de la categoría de género evidente en la escritura de Müller acusa que este concepto ya no proporciona marco para realizar un análisis certero, en otras palabras la escritura de Müller manifiesta la posibilidad de que existan, al menos en el plano imaginario, universos sin género.

No deja de ser una idea perturbadora, cuando tradicionalmente la diferencia sexual ha sido una realidad clave en la ordenación de un cosmos bajo la hegemonía de la masculinidad y de otros poderes que han propuesto un sujeto/poder definido y bien delimitado. Pasa a enunciarse entonces además de la crisis del género, la crisis de un determinado sujeto eje del poder y del orden. Podemos afirmar esto por que la constitución del sujeto enunciador y constructor de realidades ha estado históricamente ligada a un género, el masculino. En la escritura de Müller, que seguramente sin proponérselo emparenta con las bases del postcolonialismo se plantea un sujeto de la enunciación no hegemónico, y lo más interesante de todo, un sujeto enunciador que renuncia al status de dominador. Sólo se conserva en el sujeto de esta escritura el poder de la palabra, o del discurso como último remanente de identidad pero no se ejerce dominación alguna por medio de la enunciación. La ostentación de la palabra opera entonces como rasgo asociado a la humanidad y a la voluntad, al dolor y al quejido más que al poder. De este modo la dislocación de las ecuaciones relativas al poder da como resultado una democratización de la palabra como facultad ligándola incluso al espacio de las víctimas. Se habla desde la derrota, desde el dolor y la ambigüedad, de modo que se deconstruye el binomio discurso/ poder que opera en la mayoría de las escrituras anteriores. Es necesario hacer notar que la operación descentramiento del discurso ocurre de modo efectivo y no se trata simplemente de una inversión del orden en tanto a género. Es decir, la palabra se hace cualidad de todo sujeto posible, no pasa simplemente desde un polo masculino a uno femenino.

La mencionada crisis del sujeto enunciador dice relación con una cualidad afín al estilo de la escritura en cuestión. Si en la estética del postmodernismo se considera fundamental el concepto de fragmento proponemos sumar a este, también en el plano estético, un nuevo tipo de sujeto post moderno que además de ostentar la cualidad de la fragmentación se caracteriza como un sujeto multitud (17). Este concepto, proveniente de la llamada teoría queer aparece como representante de la evidencia de la crisis de un sujeto de características únicas y definidas.

Si bien esta teoría se desenvuelve en el plano cercano a la acción política real y efectiva también se ocupa, en un sentido que podríamos llamar postmfeminista, de desnaturalizar de una vez por todas el concepto y las asociaciones relativas al género. En este sentido un aspecto interesante de la teoría queer es el considerar los géneros masculino y femenino tan sólo como códigos performativos desarraigados de toda lógica natural. En razón de esto, la mencionada teoría plantea que no debe ya existir un sólo sujeto de la enunciación de los discursos, cualquiera que este sea, ya que la hegemonía de un sujeto necesariamente genera exclusiones. Por el contrario se propone la existencia de un nuevo sujeto llamado multitud, apelando a la posibilidad de que cualquier identidad, aun una periférica, se conforme en sujeto de la enunciación con el mismo valor que una identidad central.

Pluralidad de cuerpos, multitudes

Si las diferencias fisiológicas entre hombres y mujeres han sido supuestamente la base de la diferenciación de los géneros, la división sexual del trabajo y la polarización sexual de los roles sociales es sostenible que el género y los status derivados de él (incluso la dominación) serían, en efecto, realidades irremediables y consecuencia de procesos naturales en la evolución de las sociedades humanas. Hemos descartado a priori esta hipótesis usada durante años para reafirmar el paradigma de dominación masculina, ya que se ha demostrado a través del último siglo que no son las diferencias fisiológicas las que definen la ecuación sexo género.

Por el contrario, el cuerpo al igual que cualquier otro objeto, realidad o fenómeno tiene una existencia efectiva y una existencia significante, y es esta última la que lo define en mayor grado. La existencia del cuerpo adquiere sentido en el imaginario humano, el cuerpo es así unido a una significación o sentido transformándose en una construcción ¿Cultural? Sí. Aunque nos referiremos más bien al término "construcción significante".

Afirmar esto no es cosa simple, ¿Qué ocurre entonces con la materialidad, con el cuerpo en su dimensión material?, ¿Qué sentido tiene la existencia/diferencia material de los cuerpos?[1] Si nos ubicamos cerca de la hipótesis de Judith Buttler que afirma que el cuerpo no está exento de sentidos culturalmente atribuidos ¿Qué ocurre después de una operación de quiebre del constructo cultural cuerpo? ¿Qué es lo queda del cuerpo después de una operación de deconstrucción de las asociaciones culturales de género sobre los cuerpos?

¿Dónde observar? Permaneceremos lógicamente usando como muestra la literatura, es decir, el plano imaginario. En el texto de Müller ya analizado existe una eliminación de las asociaciones culturales relativas a los sexos, o más bien una manipulación y transposición de los sentidos de la ecuación sexo/género. En Die Hamletmaschine el género se halla tratado de modo que los personajes transitan desde una posibilidad a otra tanto de sexo como de género asumiendo así el sexo propio más bien como parte de la maldición heredada de la escritura original, es decir, de la cultura anterior. Lo interesante es que el sexo funciona en los personajes de Müller en un juego que asume todas las asociaciones posibles a cada género. En el caso de Ofelia esto es evidente y por cierto extremadamente interesante ya que potencia al personaje y lo convierte en una suerte de vengador de la represión de los cuerpos femeninos.

"Expulso todo semen que he recibido, hago de la leche de mis pechos un veneno mortal. (…)asesino al mundo que he parido, lo sepulto en mi vulva. " [(16) p 181]

Este trozo ya citado en el capítulo anterior resulta fundamental respecto al asunto de las asociaciones del género con cierto tipo de conductas. En estas líneas el personaje contradice todas las asociaciones culturales relativas al género y usa el supuesto potencial reproductivo para asesinar. Se produce de este modo un giro en el enfoque acerca del género que permite que figuren en el discurso otras posibilidades de significación respecto al sexo.

Corresponde ahora preguntarse lo siguiente: al asociar o transformar el femenino en su opuesto, o en una gama de distintas asociaciones se diluye la significación tradicional de lo femenino y entonces ¿qué ocurre con la idea de una identidad de género? ¿Se transforma acaso en un pasado que se ha dejado irremediablemente atrás?

Si un sexo y otro pueden ser asociados a una conducta u otra sin que ejerza influencia unívoca el sexo en la conducta, ¿Significa eso que el género puede estar a las puertas de lo obsoleto? Los textos, las identidades que contradicen la ecuación sexo/género ¿Anuncian el fin del género? ¿Anuncian un retorno al sexo simplemente como condición biológica sin connotaciones culturales?

Es imposible revisar este cuerpo teórico sin plantearse ciertas perturbadoras preguntas las cuales se presentan como muy difíciles de abordar, sin embargo consideramos válido dejar aquí planteadas inquietudes y temas que seguramente darán pie en el futuro a una nueva investigación. Proclamar la crisis del género y la crisis del sujeto abre sin duda la cuestión en niveles amplios y se anuncia la necesidad de un trabajo interdisciplinario como pie forzado para una mirada medianamente acabada sobre este fenómeno. En el presente estudio nos hemos dedicado a analizar o a descubrir la presencia de esta mencionada crisis en un universo imaginario, la dramaturgia. Pero por supuesto al afirmar un fenómeno tan complejo la primera pregunta que surge es: ¿Qué ocurre en la realidad? Teniendo en cuenta que no existen los universos imaginarios que no hayan sido motivados por estímulos provenientes de la realidad debemos afirmar que por supuesto la crisis del género también tiene lugar en el ámbito cotidiano. Lo que Kroker[2] ha denominado "Outlaw bodies" o "Cuerpos ilegítimos/periféricos" dice relación con el concepto de multitudes planteado por Preciado. En las publicaciones de ambos autores se encuentran narraciones, registros y reflexiones sobre las identidades múltiples (en tanto a sexo y a género como mecanismos independientes). Hasta ese punto podemos enunciar el fenómeno real en esta investigación, por tratarse de una de carácter más bien hermeneútico. Sin embargo, pensamos que el análisis de universos imaginarios viene a emparentarse justamente con estos estudios que abordan el ámbito cotidiano, físico, tecnológico y social de la desintegración del género como concepto vigente.

Por último dejamos planteada la gran pregunta que surge desde la idea de la crisis del género. ¿Qué ocurre con el cuerpo luego de la deconstrucción del binomio sexo/género? ¿Se incorpora a un universo de variedades o multitudes inclasificables? Tal vez el conjunto de tecnologías aplicadas desde hace siglos sobre los cuerpos definan nuevos estatutos identitarios de lo físico. He aquí entonces la mayor aprehensión:

¿Qué es un cuerpo sin género?

 

 

 

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Notas

[1]

Para un desarrollo completo de este asunto véase Buttler, Judith. Boddies that matter. Routledge
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[2] Vease "Outlaw bobies" David and Marilouise Krober.
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Desarrollado por Sisib, Universidad de Chile, 2006